LA LEYENDA DE LA SILLA DEL INCA


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LA LEYENDA DE LA SILLA DEL INCA


Cuenta la leyenda que el máximo soberano del Imperio Incaico venía desde las tierras altas del Cusco hasta este balneario.
Un fastuoso cortejo recorría la larga senda que conduce al marde la costa , entre ellos varios hombres fornidos que llevan en hombros una elegante litera y sentado dentro de ella iba el Inca en persona.

La música sonaba, las ofrendas a los dioses eran entregadas y la ceremonia era seguida atentamente por el soberano, quien permanecía sentado en una hermosa silla de oro y piedra labrada.

Según los lugareños este hermoso "trono" fue arrojado al mar y escondido en el interior de una caverna submarina que es custodiada por seres extraordinarios.

Aunque no se puede tener certeza de que la Silla del Inca haya existido, lo que algunos investigadores si han podido concluir es que desde esta caleta (pueblo de pescadores) partían los Chasquis (mensajeros) para aprovisionar al soberano del Tahuantinsuyo de pescados y mariscos frescos.

Dicen los pobladores que estos productos llegaban al Cusco en apenas 24 horas, gracias a la rapidez de los mensajeros y al extraordinario camino que unía la ciudad Imperial con la costa.

El Camino RealUn extraordinario camino que se extiende sobre dunas, lomas, quebradas y montañas como una espigada serpiente de piedra.

Según los arqueólogos esta senda, de la que se conservan tramos en muy buen estado, son los vestigios del Camino Real de la Costa construido durante el periodo incaico para interconectar las provincias costeñas con la capital del Imperio. Así como este o el Camino Inca del Cusco muchos otras vías están dispersas por todo el Perú, todas ellas formaban parte del intrincado sistema de comunicaciones construido a lo largo y ancho del Tahuantinsuyo durante el Incanato.

Este tramo en particular partía desde la costa sur del Perú para adentrarse en territorio ayacuchano y llegar finalmente al Cusco, aunque durante algún tiempo se pensó que esta ruta era de origen colonial las investigaciones posteriores demostraron que tales afirmaciones estaban equivocadas.Pero ¿qué hacia de esta bahía algo tan especial? Más allá de la admirable belleza del entorno, Puerto Inca es un lugar de una incomparable riqueza marina, esta playa constituía entonces un importante nexo entre la costa y la sierra, además de ser el principal proveedor de productos marinos para la capital del Imperio.

Las investigaciones han revelado que en este poblado eran procesados mariscos (lapas, percebes, chanques), algas (cochayuyo) y moluscos (pulpos y calamares) que también se llevaban al Cusco y otras provincias de la sierra a través de esta vía, para ser intercambiados (trueque) por granos, carne seca y papas, completando así la dieta diaria de los pobladores de la zona. Vida que se hace posible Las interrogantes seguían surgiendo al mismo tiempo que la ciudadela era desenterrada, los arqueólogos se preguntaban cómo en una zona aparentemente árida e inhóspita, aislada de valles y por consiguiente de tierras de cultivo o fuentes de agua fue posible el desarrollo de un pueblo.

Al parecer los antiguos habitantes de la zona desarrollaron técnicas de cultivo acordes con su medio ambiente, abonaron la tierra con guano (excremento de aves) extraído de los islotes cercanos a la bahía ganándole tierras al desierto, mientras que el agua era obtenida de algunos puquios cercanos.

Según los arqueólogos

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